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Una muñeca hermosa

Por: Digna De La Rosa


La Navidad siempre me trae recuerdos de mi infancia. Una infancia muy bonita que a pesar de no haber recibido todo lo que deseaba. 

Cada año le escribía a Santa lo que deseaba, pero me traía otro regalo. Sin embrago, era feliz con los regalos que recibía. Recuerdo una muñeca negra, con capote amarillo o rojo, no recuerdo exactamente el color. Muy hermosa.

Siempre me preguntaban las otras niñas: ¿por qué negra? ¡Ay, una muñeca negra!, por sus gestos, para ellas las muñecas de ese color eran malas y feas. Lo cierto es que a mí me encantaba mi muñeca. ¿Importa el color de una muñeca? todavía me hago ese cuestionamiento. 

También recibía de regalo el tradicional juego de taza de té de color rosado.

Al pasar el tiempo, fui cambiando el concepto de Santa Claus, había descubierto que ese hombre gordo, vestido de rojo, con barba blanca, que baja por la chimenea y dice: ¡Jo Jo Jo Jo!  no era el que me había puesto esa hermosa muñeca a mi lado mientras dormía.

Antes de descubrir quién era realmente, en mi imaginación recreaba el anhelado encuentro con Santa Claus.

Una de mis preguntas era ¿Cómo llegaría a casa si no tenemos chimenea?

Más grandecita, descubrir quiénes eran los que nos obsequiaban los regalos... ¡No era Santa!

Ahora como adulta, disfruto mantener esa ilusión con mis primeros sobrinos.



Divierte al niño que hay en ti mientras conservas esa ilusión de la Navidad con los más pequeñitos en casa.

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