Por: Carolina Duarte
@carolinaduarte1953
La Navidad es una de las épocas del año que me encanta. Disfruto todos los preparativos para celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo desde la decoración externa e interna de la cabaña donde habito. Desde que dejé la ciudad por el campo uno de mis encantos es ver la sonrisa y alegría de los niños que viven en mis alrededores cuando llegan a mis predios con villancicos a pedir posada para María y José.
Recuerdos tengo muchos, pero existe uno muy particular que viví en mis años de adolescencia…Tuve un tío muy querido que al igual que yo le gustaba mucho la Navidad especialmente dar sin esperar nada. Él trabajaba en un ministerio público, era jefe de un departamento donde sus colaboradores eran mujeres. Cuando llegaba diciembre se organizaba de tal forma que hacía su lista de regalos para repartirlos entre ellas. Mi prima Irene y yo nos sentíamos felices, pues sabíamos que iríamos con él a comprarlos en Garbo de la central, almacén de gran prestigio en épocas pasada.
Demorábamos casi tres horas haciendo las compras, él sabía el gusto de cada una de sus compañeras. Al final, recuerdo que pedía los papeles de regalos y los lazos para forrarlos en casa. Después de las compras nos decía que eligiéramos un regalo para nosotras, y nos poníamos super contentas; salíamos con nuestra mudita que estrenaríamos en nochebuena. Eso no era todo, antes de llegar a casa nos llevaba a cenar comida italiana al restaurante Capri ubicado en Vía España frente al Hotel Panamá que a los tres nos encantaba. Tío Carlos era muy especial, todo lo disponía a su manera. Él nos decía el día en que envolveríamos los regalos, todo se hacía como lo dispusiera, nunca le llevamos la contraria, de esta forma lo hacíamos feliz al igual que él a sus queridas sobrinas.
Tener la casa alumbrada con motivos navideños, el árbol de navidad en una esquina particular de la casa hermosamente decorado con algunos regalos era su felicidad. Siento que veía a mis hermanos y a mi prima como los hijos que nunca tuvo. A su manera fue feliz a nuestro lado, sus enseñanzas perduran en cada uno de nosotros. Me siento feliz al escribir este lindo recuerdo de Navidad, por años había deseado plasmar con mis letras algo de él…
¡FELIZ NAVIDAD, VIVAN LOS RECUERDOS DE NAVIDAD!
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