Uno de mis regalos anhelados era esa hermosa casa de las barbies que veía en los anuncios publicitarios del famoso almacén "El Castillo del Millón", lo recuerdan jaja, mis contemporáneos estoy segura que sí. Ese era el regalo que siempre incluía en mi lista.
A pesar de mi gran sueño mi papá y mi mamá, se las ingeniaban para que cada año tuviera una barbie nueva. Disfrutaba junto a mi mamá de la confección de la ropa de mis muñecas, yo era la diseñadora y mi mamá las confeccionaba.
El no tener la mansión de la barbie, no era impedimento para que mis barbies tuvieran su casa. Mi creatividad era de admirar, tomaba una pequeña silla mecedora que tenia en mi cuarto, la volteaba y allí tenia la estructura de dos niveles de mi mansión, usaba tablas de madera que encontraba en el depósito de mi papá, cartones, los muebles los hacia con cajetitas, latas y retazos de telas y cuanta curiosidad que me encontraba en el cuarto de mi mamá. Con todo esto ya tenía mi mansión “made in Cristina”, lista para crear historias con mis barbies.
Pasaron los años y me olvidé de la mansión y las barbies, bueno eso creí. Cuando mi hija tenía siete años, tenia varias barbies y las nuevas bratz que a ella tanto le gustaba, incomparables con mis queridas barbies.
Volví a pensar en la casa soñada para mi hija, pero si antes era costosa, en esa época era aun más. Se me ocurrió la formidable idea que mi papá y yo le construyéramos una mansión a las muñecas de mi hija. Le conté a mi papá y me dijo: “manos a la obra”.Compramos todo lo que necesitábamos.
Mi papá se escondía de mi hija para que ella no lo viera. Este era el gran secreto navideño de la familia. ¿Qué si lo disfrutamos? Fue una Navidad especial.
Mientras mi papá trabaja a escondidas en su depósito de herramientas, emocionada me asomaba a escondidas de mi hija a ver cómo iba tomando forma la gran casa, mi papá tomo esa construcción muy en serio, tenia escaleras y hasta papel tapiz. A mi me tocaba el trabajo del diseño de interiores, me encargué del mobiliario y adornos, los cuales conseguí a muy buenos precios.
El 25 de diciembre era el gran día, esperamos que mi hija durmiera y nos encargamos de colocar la mansión con mucho cuidado, que todos el inmobiliario estuviera colocado en su lugar. Se veía hermosa. La ansiedad que teníamos en casa, en espera que amaneciera y viéramos a mi hija con el gran regalo.
Cuando mi hija vio la casa, quedo sorprendida y le dijo a mi papá: Eso era lo que hacías escondido en el depósito. Todos reímos.
¿Pueden imaginarse , además de mi hija quién más estuvo jugando en la mansión de las muñecas? Regresé en el tiempo y volví hacer historias junto a mi hija y sus barbies y las bratz.
Al fin llego mi regalo soñado.
Autora: Cristina Oses
ความคิดเห็น