A mis cincuenta y seis años de vida solo escuchaba la palabra PANDEMIA, en películas, documentales o revistas, jamás pensé que en la actualidad nos enfrentaríamos a un virus como este.
Un buen día leí y escuché que en China había surgido una pandemia por un virus, lo que nunca imaginé que se iba a propagar por todo el mundo, paralizándonos, a veces pienso si esto es un aviso que Dios nos ha enviado por no cuidar nuestra casa común, nuestro planeta.
En nuestro país las autoridades de salud comenzaron a tomar las medidas correspondientes al presentarse los primeros casos del covid-19, hoy sabemos que el virus estaba entre nosotros desde hace un mes atrás. Lo más aterrador para mí, en pocos días, me vi separada de mi lugar de trabajo, mi familia, amistades, aislada de mis círculos sociales. He tratado de no desesperarme ni estresarme, transcurrían los días, meses y me preguntaba ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Cuándo regresaría a mi trabajo?
He reflexionado que no somos indispensable en ningún lugar. Aprendí y retomé nuevas tareas, las cuales por falta de tiempo no realizaba.
He aprendido que lo material no tiene tanto de valor, que muchas cosas las veía sin sentido, rutinarias, son las que ahora más valor tiene para mí, por ejemplo: recibir y brindar ese abrazo fraternal a un hermano, amigo o algún desconocido que lo necesitaba. Lo importantes es el tiempo en familia, el cual ya no me alcanzaba entre tantos compromisos que adquiría, crecer en mi fe, ser solidario con los que menos tienen.
De todo esto he aprendido que el único que ha estado conmigo, dándome esa voz de consuelo y jamás me abandonará, es mi padre Dios. Protegida en los brazos de Jesús y la Virgen María. Mi mamita... a quien regalo cada día muchas rosas rezándole el Rosario.
Lo más hermoso que me paso en esta pandemia fue que por medio de una gran amiga me invito a participar como Catequista para la Primera Comunión de los niños, tenía un poco de temor, saber si podía hacerlo bien. A pesar de este miedo, en mi corazón sentí que era el llamado que me hace Jesús para servirle.
No escatimemos energías buscando un virus que no vemos, sabemos que está en todas partes del mundo y que afecta la salud de todos, solo nos queda cuidarnos y esperar que un buen día todo esto pase.
Autora: C. Alexandridis
Comments