Hoy les comparto estas reflexiones que hace rato han estado dando vueltas en mi cabeza. Cada vez que salgo de casa en mi horario asignado, me he percatado de un comportamiento que observo muy seguido, pienso que el miedo, la ansiedad, el estrés se nos está olvidando los buenos modales y la gentileza con las personas. Pero lo que más noto es que se nos está olvidando sonreír. Será que nos estamos convirtiendo en autómatas, robot con un punto en común, todos con nuestras narices y bocas cubiertas.
Mi hija me dice: ¿Con la mascarilla como vas a saber cómo la persona está sonriendo? Y yo le contesto: Hay gesto en la persona que se nota que está sonriendo o es amable.
En una de mis salidas, me quedaba solo treinta minutos de mi horario para transitar, debía comprar un artículo y la tienda donde lo vendían tenía que esperar a que abriera. Como se imaginan estaba ansiosa por el poco tiempo que tenía para buscar, probar, pagar el articulo y de allí salir corriendo a casa. Era la segunda persona en la fila para entrar. Cuando abrió el local observe que los empleados estaban colocados en una fila a ambos lados de la puerta, una calle de honor, cuando entramos pasamos los protocolos de salud y de pronto comenzaron esta personas a aplaudir a la primera persona que entro, el señor creo que se puso nervioso, después entre yo y sonreí y les hice un gesto de agradecimiento, pero la tercera persona que entro, ¡no me lo van a creer! entro a la tienda como si todas esas personas eran invisibles, esto realmente comprobó lo que había reflexionado.
En otra ocasión cuando compraba los alimentos, se toparon tres carretillas, bloqueando totalmente el pasillo y saben cuantos minutos pasaron para que algunas de las personas pronunciaran las mágicas palabra: Permiso por favor, nadie pronuncio una sola palabra, no sé si es que en ese momento había una comunicación telepática, pero sencillamente después de esos largos minutos, a mi parecer, la persona más cortes movió su carretilla para permitir el paso. Les tengo otro caso, un amigo me contó que en un supermercado un joven movió la carretilla de una dama, el termino lo uso sarcásticamente, le grito en medio pasillo que no tocara su carretilla, que era un atrevido, el joven se excusaba diciendo que solo la había empujado, se imaginarán la discusión que se produjo.
Les cuento que al ver todo esto, me miré al espejo y evalué si yo también he tenido actuado así, quizás la responsabilidad de cuidarme para no contagiar a mi mamá o a mi hija me llena de mucha ansiedad, pues soy yo la que sale a hacer las compras.
Tome el firme propósito de empezar a sonreír, ser amable, agradecer y tener la seguridad que Dios me protege, relajarme pues esto que estamos viviendo demorara un tiempo más.
Ser con mi actuar el ejemplo para otros, especialmente ser amable con todas esas personas que nos atiende en los distintos lugares que nos brindan los productos y servicios básicos.
Finalizo con esta frase que me compartió mi hija y que me sugirió titular este post "Humanos sin humanidad". Pero tome el título de este blog, al ver una mascarilla con una impresión que decía “ Sonríe aun con mascarilla “
Estamos pasando momentos muy difíciles, pero no podemos perder la fe y la esperanza. Creo que si buscas bien encontraras muchas cosas por las cuales estar agradecido.
Prométeme que no serás un robotcito más y recuerda siempre sonreír.
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