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Así soy...


Junto a los cambio de mi cabello, me uno a una campaña “al natural”, hace algunos años me llenó de mucha admiración cuando la cantante Alicia Keys inició la campaña #nomakeup, llevando su cabello al natural y un rostro sin maquillaje. En aquella ocasión me dije: quiero ser como ella.

No he sido muy buena con el maquillaje, nunca me ha gustado maquillarme mucho, primero porque no lo se hacer muy bien y por otro lado miedo a una transformación que no me reconozca. Estoy consciente que la finalidad del maquillaje es resaltar los rasgos hermosos que uno tiene y disimular los que no nos gustan.


De esas contradicciones que a veces no entendemos, mi hija le encanta todo lo que tiene que ver con maquillaje, yo me rio cuando veo su bolso de maquillaje junto al mío. El de ella tiene estuche de sombras de diferentes marcas, yo uno que ella me regaló porque no lo usaba, ella labiales de todas las tonalidades, yo si acaso tres y siempre los busco del mismo color o parecido, para evitar que mis labios gruesos sean el centro de las miradas en mi rostro. Ella tiene brochas y pinceles de todos los tamaños para diferentes usos, yo tengo unos cuantos y si me preguntas uso el que primero saque de la bolsa. Les confieso, ella es la que me hace “policía” (requisa) a mis maquillajes y es la que se encarga de botar todo lo que no debo ya usar y me hace lista de lo que debo comprar.


En una ocasión para la boda de unos amigos, fui a que me maquillaran en un salón de belleza, poco a poco veía como me iban transformando en otra, como me quedé calladita dejando a la especialista hacerlo, asumiendo que era tema de la poca costumbre de ser maquillada. Cuando me dijo que había terminado, me miré fijamente en el espejo, y en mi mente me dije: Pareces un payaso de feria. Aun así, pensaba…tranquila estas exagerando.


La confirmación a mis pensamientos fue comprobada rápidamente cuando al salir del salón de belleza fui a un supermercado a comprar una tarjeta para los novios, veía los rostros de las personas que me iba topando en los pasillos y en la fila cuando fui a pagar. Entre al auto, volví a mirarme en el espejo y me dije: No puedes ir así para la boda. Llegué a casa y tomé un papel suave y comencé a bajarle la intensidad de color a las cejas, hice lo que pude para rescatar mi rostro de las profundidades de la cantidad de corrector, sub base, base, polvos con todas las funcionalidades y todo lo demás que a la artista del maquillaje se le ocurrió ponerme. Aún recuerdo su rostro de orgullo y presunción al ver mi rostro maquillado.


Logre mi objetivo sentirme yo misma, con menos maquillaje, mis pequeños ojos achinados y de color chocolate claro salieron ganadores, a juego de una sonrisa encantadora fue lo que provocó los elogios durante todo el evento.

 
 

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