Cuando era niño tenía un libro que relataba la historia de dos perros traviesos que buscaban aventuras todo el tiempo y muchas veces se metían en líos. Era hermoso para mí ver todas esas ilustraciones e imaginar las aventuras que el libro no me contaba de esos dos cachorros. Me hacía soñar.
Muchos años después, siendo un adulto tomé el mismo libro y volví a leerlo, para mi sorpresa no me emocionaba ver las ilustraciones, ni la historia que ya sabía de memoria, lo más emocionante de volverlo a leer, era poder recordar lo feliz que me hacía sentir ese libro. Me hizo recordar.
Tomaba el libro y me reía mucho porque recordaba mi inocencia y mis ganas de soñar con las aventuras de los cachorros. Precisamente, esa es una de las grandes virtudes de los libros infantiles, crear fantasías para que los niños sueñen.
A medida que me he hecho adulto mis pensamientos sobre los cuentos infantiles ha ido cambiando. Hubo un tiempo que los leía por apreciar cómo se mezclaban la emoción de las ilustraciones con el texto que se plasma en las hojas, esto me parece hermoso aún.
Luego de un tiempo reflexione cuando un día volví a leer un libro que se cataloga para niños, esto me hizo cuestionarme mucho si realmente debería incluirlo en esa categoría, «Alicia en el país de las maravillas» de Lewis Carroll. Ese libro abrió mi mente, hacia las historias infantiles, de una forma sorprendente.
EL volver al país de las maravillas como un adulto, me dio un panorama diferente, que cuando niño nunca vi, las situaciones las observo de una forma diferente, vi pasajes que nunca comprendí siendo infante, entendí moralejas, visualice escenas de forma más vívidas. En ese momento pude entender que los catalogados como «infantiles» pueden golpear los sentimientos de un adulto muy fuerte. Verme reflejado en los personajes de Alicia y saber que de adulto cometo errores parecidos fue un sorbo de realidad.
Desde ese momento veo los libros infantiles con mucho respeto y cuando los leo trato de fijarme en cada detalle, y ver como esos detalles los veo en mí día a día, les aseguro siempre término sorprendido por todo lo que me encuentro.
Creo que todos los componentes de un libro son importantes, pero los cuentos infantiles tienen esa mezcla perfecta entre la sabiduría de una moraleja y el toque de fantasía. Entre los textos y las ilustraciones hay una conexión perfecta de lo visual con lo verbal.
Cuando he conversado con autores de libros infantiles siempre les abordo dándole mis felicitaciones porque lograr ese contraste perfecto, arriba mencionado, es una real proeza. Admiro y amo todos los libros pero hoy día veo los cuentos infantiles desde una montaña de admiración y respeto.
No debe ser sorpresa que los libros para niños han ido evolucionando según las generaciones, abarcando problemas a los que se enfrentan los niños en su día a día, abuso, bulling, problemas familiares, sexualidad, amor propio, entre una larga lista de problema abordados de forma clara para el lenguaje infantil. Mezclando la realidad y fantasía.
Creo que todo aquél que tenga niños cerca, el mejor regalo que puede hacerle es un libro, un tema que pueda interesarle e ir tanteando que libros puedan cautivarlo. Considero que para la formación de nuevos y buenos lectores se debe iniciar por gustos personales, de allí ir recomendado o arriesgarse a comprar variedad.
Suelo recomendar que el adulto lea los libros antes que el niño, de esta forma podrá orientar o aclarar cualquier duda que surja en la lectura del cuento. Es importante que no perdamos de vista que los niños siempre soñarán o cuestionará de forma directa lo que pasa en la lectura y debe ser parte de la formación el poder despejar las dudas o ayudar a que encuentren por sí mismos la respuesta.
No crean que soy psicólogo ni especializado en trato de niños, es solo la recomendación de un amante de libros que creció con los cuentos y se hizo adulto amando la lectura gracias a todos los libros que vio y leyó con tanta pasión.
Y quisiera terminar con algo que vino a mi cabeza leyendo algunos artículos y sacando algunas conclusiones propias:
Los libros infantiles son componentes fundamentales para la creación de buenos lectores. Son las primeras herramientas que pueden usar padres y maestros para incentivar la lectura. Su llegada a edades tempranas en los niños puede ayudarlos a reconocer y reaccionar a las imágenes. En edades mayores ayudan a la formación de un buen léxico y mejora capacidades de análisis.
Espero pueda hacerles de gran ayuda y saben no permitan que el niño lector que llevan dentro muera, aunque adultos los libros infantiles siempre tendrán un matiz más bello para los que quieran llevarlos consigo.
Más que recomendarles libros o decirles autores, los reto a algo más interesante, tomen un tiempo y vayan a la librería más cercana con sus hijos, vean libros , miren los dibujos y vean sus reacciones, el niño siempre querrá ver más de lo que le llama la atención.